José Manuel de Tagle Isásaga, tercer marqués de Torre Tagle

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Óleo sobre tela, 223,5 x 147 cm

En la parte inferior de la cartela, inscripción: “Lo retoco El ciud… los Re / tratistas del Estado de Chile, &&&»

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Comentario: Tanto la postura del personaje como su atrezzo marcan singulares distancias entre el retrato único –carente esta vez de pareja– de José Manuel de Tagle Isásaga (1744-1802), tercer marqués de Torre Tagle, y la tradición pictórica local iniciada por Cristóbal Lozano a mediados del siglo XVIII. Si bien el pintor retoma aquí la vinculación simbólica del marquesado con las actividades portuarias y militares del Callao, la manera de plasmarla no responde a los cánones usuales. En efecto, la postura del marqués leyendo el pliego de papel que sostiene con una mano mientras coloca la otra sobre su cintura, resulta enteramente insólita en un contexto protocolar tan codificado como el de la corte limeña. Asimismo, la consola marmórea en primer plano, donde reposa el sombrero bicornio, así como la disposición de las columnas y el cortinaje, no siguen las precisas pautas de la escuela local. Por tanto, su tónica parecería vincularse más bien con las innovaciones estéticas introducidas por el gusto neoclásico de la mano de artistas extranjeros, sobre todo españoles, que llegaron al virreinato a partir de la década de 1780. Ello induce de momento a atribuir este lienzo al sevillano José del Pozo (1757 – ca. 1830), dibujante de la expedición Malaspina que decidió afincarse en Lima y desarrolló en el país intensa actividad documentada desde 1790 hasta entrada la Independencia, aunque la virtual ausencia de retratos seguros de su mano impone aún cierta cautela. Parece lógico suponer que el creciente prestigio alcanzado por este pintor en Lima como decorador de los grandes proyectos arquitectónicos del reformador neoclásico Matías Maestro (1750-1835) hiciera que el tercer marqués convocase a Pozo para ejecutar su retrato. De hecho, la paleta predominantemente verdosa y grisácea que caracteriza las pinturas religiosas de Pozo –como las escenas de la vida de San Diego de Alcalá, en el convento grande de San Francisco– asoma también en esta obra. Adicionalmente, la precisión descriptiva del paisaje marino del fondo, con los navíos y el movimiento de tropas en la costa, parecen remitir a la actividad de Pozo como dibujante y pintor documentalista. La ejecución de esta obra debería situarse hacia fines del siglo XVIII a juzgar por la vestimenta del marqués, algo más sobria que la de su padre, en cuya casaca azul y plata destaca la condecoración de la orden de Carlos III. A diferencia de sus ascendientes, que también ostentaron cargos militares, este lleva por primera vez una espada visible al cinto, de acuerdo con el clima social que empezaba a vivirse en vísperas de la crisis de poder que sirvió de antesala al derrumbe del imperio español en América. La cartela elíptica que acompaña el cuadro enumera con detalle los honores y cargos desempeñados por el marqués, además de mencionar su matrimonio en 1768 con María Josefa Portocarrero y Zamudio, biznieta del virrey conde de la Monclova, que pasaría entonces a convertirse en tercera marquesa consorte de Torre Tagle. Es notoria la ausencia de su retrato dentro de la galería familiar, tal vez porque nunca llegó a pintarse o, más probablemente, por haberse perdido o destruido durante los agitados años de la Independencia (Luis Eduardo Wuffarden).

Bibliografía: Luis E. Wuffarden. El Arte de Torre Tagle. La colección del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú. Lima: Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, 2016, 54-55.

Fotografía: Daniel Giannoni