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Óleo sobre tela, 47,7 x 28 cm
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Comentario: Durante su permanencia en Lima, entre 1887 y 1890, el joven Carlos Baca-Flor realizó por encargo privado un conjunto de pinturas de devoción, generalmente basadas en modelos grabados. En este caso se trata más bien de un obsequio hecho a la familia del presidente Andrés A. Cáceres que acogió al artista con particular deferencia tras su celebrado regreso de Santiago de Chile. Baca-Flor estaba a la espera de un pensionado oficial, que lo llevaría a culminar su formación en Europa. Muchos años después, la obra sería donada al gobierno peruano por la escritora Zoila Aurora Cáceres, hija del ex presidente. Pese a la ausencia de firma y a su factura un tanto impersonal, la historia documentada de esta pieza no deja ninguna duda sobre su autoría y corrobora al mismo tiempo el temprano dominio del género religioso por parte de Baca-Flor, quien se aproximaba así a los ejemplos de la gran tradición europea. El lienzo se basa en la Mater Dolorosa, una conocida pintura del maestro boloñés Guido Reni (1575- 1642) conservada en la Gemaldegalerie de Berlín y profusamente reproducida por diversos grabadores, sobre todo a lo largo del siglo XIX. Entre las varias versiones del tema realizadas por Reni esta era, sin duda, una de las más celebradas. De hecho, la obra reiteraba literalmente el busto de la Virgen al pie de la cruz que integraba una composición anterior del propio maestro, la denominada Crucifixión de los capuchinos, existente en la Pinacoteca Nacional de Bolonia. Precisamente por la admiración hacia este tipo de obras, el gusto decimonónico situó la figura del maestro boloñés a la altura del pintor Rafael, por lo que la copia de sus creaciones no solo era consecuencia de una demanda constante entre el público devoto sino que solía constituir un paso obligado dentro del aprendizaje académico de la pintura (Luis Eduardo Wuffarden).
Bibliografía: Luis E. Wuffarden. El Arte de Torre Tagle. La colección del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú. Lima: Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, 2016, 106-107
Fotografía: Daniel Giannoni