Mesa circular

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Madera enconchada con nácar, 67 x 64 cm 

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Comentario: Los muebles “enconchados” o “embutidos” constituyeron elementos esenciales de la decoración suntuaria virreinal. Su refinada técnica revela una evidente inspiración oriental y puede vincularse con los trabajos de laca en Corea y Japón, pero también con la prolongada tradición de taracea en concha desarrollada paralelamente en el Medio Oriente. Tales influencias hicieron suponer durante mucho tiempo que este tipo de objetos se realizaba en talleres de Filipinas, por asociárseles con el circuito comercial del Galeón de Manila. Aunque aún hoy no se ha esclarecido de manera concluyente el lugar donde se elaboraron, no cabe duda de que la mayor demanda de “enconchados” se concentró en Lima, ciudad que poseía los mejores ejemplares hasta hace unas décadas. Por ello no es difícil suponer que los “enconchados” debieron tener una presencia importante en el mobiliario original del Palacio de Torre Tagle, si bien se trata en este caso de dos piezas que ingresaron al edificio en el siglo XX, como parte de la donación efectuada por Teresa Blondet de Cisneros en memoria de su esposo, Manuel Cisneros Sánchez, canciller del Perú entre 1950 y 1955. Ambas piezas constituyen ejemplos excepcionales de la referida técnica, una de las más refinadas del mueble colonial. El procedimiento consistía, por lo general, en la aplicación de pequeñas placas de nácar sobre una superficie de madera, formando diversos motivos ornamentales que destacan en un fondo cubierto por carey. El trabajo de estas piezas, sin embargo, muestra una densa trama ornamental realizada únicamente en nácar, que lleva por realce aplicaciones de filamentos de plata entre cada pequeña pieza. Esta modalidad, que evoca la disposición de las escamas, no era frecuente en muebles de dimensiones mayores, como el escritorio. Un acabado muy parecido luce la mesa, procedente de la misma donación, que hace juego con aquel mueble. Se caracteriza por un tablero de forma circular con un faldón festoneado a todo el rededor; un fuste central de corte facetado la une al pie octogonal, de perfil ondulante y bulboso. Toda la superficie del mueble despliega motivos vegetales muy estilizados. Por sus pequeñas dimensiones, parece tratarse de una mesa destinada al estrado o plataforma en la sala principal o cuadra de las mansiones virreinales. Este espacio, por lo general cubierto de cojines, estaba reservado como lugar de labores, reunión y conversación para las mujeres de la familia, siguiendo una costumbre española que se consideraba heredera de la presencia musulmana en la Península (Luis Eduardo Wuffarden)

Bibliografía: Luis E. Wuffarden. El Arte de Torre Tagle. La colección del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú. Lima: Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, 2016, 230-231

Fotografía: Daniel Giannoni