San José con el Niño y santos

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Óleo sobre tela, 126 x 92 cm

En el anverso una cartela con la inscripción: «Se pintó a De/voción del Sr. Dr. Dn. Juan de Dios Pereyra de/ Castro, Abogado de las Reales Audiencias de este Reyno/ Examinador Synodal de este Obispado del Cuzco/ en las Sedes Plenas y Vacantes Dignidad/ de Tes° de esta Santa Iglesia Catedral»

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Comentario: Además de su refinada ejecución, esta excepcional obra sobresale por haber logrado conjugar dos de los géneros más característicos de la pintura devocional cuzqueña del siglo XVIII. El San José de cuerpo entero, con el Niño Jesús en brazos, constituye una típica “imagen de piedad” y ocupa el centro de la composición. Alrededor de él se organiza, adicionalmente, una suerte de gloria divina estructurada de forma esquemática, en cuyos distintos niveles se agrupan cincuenta pequeñas figuras de santos. Se trata de una “corte celestial” o agrupación de un gran número de personajes sacros, cuya selección respondía a las preferencias devocionales del comitente. Este último género alcanzó su máximo desarrollo en el Cuzco hacia la década de 1760. Las figuras de José y el pequeño Jesús no solo poseen una dimensión mucho mayor con respecto al resto de personajes del lienzo. Ellas destacan también por la delicada aplicación de sobredorado que cubre sus trajes y aureolas, hasta formar una densa trama ornamental. El padre putativo de Cristo aparece coronado, sin duda con el fin de situar su figura en pie de igualdad con relación a la Virgen María. Esta es una característica de la religiosidad barroca en todo el mundo hispánico que alcanzó particular relevancia en el arte de los virreinatos americanos, donde arraigaron los diversos cultos y patrocinios josefinos. El nivel de destreza con que ambas modalidades pictóricas han sido simultáneamente abordadas en el lienzo revela la mano de un maestro de primer nivel, continuador del estilo de Marcos Zapata y Cipriano Gutiérrez, lo que se condice con la importancia del comitente. Como precisa la inscripción de la cartela, esta obra fue comisionada por el clérigo Juan de Dios Pereyra de Castro, abogado de las reales audiencias del virreinato y examinador sinodal del obispado del Cuzco. Data del tiempo en que Pereyra ocupaba el cargo de tesorero de la catedral del Cuzco, por lo que debió ser ejecutada entre 1793 –cuando aún era canónigo– y su muerte en 1803, acaecida poco después de ser elevado a la dignidad de chantre. Su fino marco clasicista con incrustaciones de bronce parece ser posterior a la Independencia, lo que revela la continuidad del aprecio por esta pieza, debido no solo a su calidad pictórica sino a la importancia social de su primer propietario (Luis Eduardo Wuffarden).

Bibliografía: Luis E. Wuffarden. El Arte de Torre Tagle. La colección del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú. Lima: Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, 2016, 68-71.

Fotografía: Daniel Giannoni